jueves, 27 de noviembre de 2014

La navaja de Ockham

Este principio también es conocido como de parsimonia y dice  que si ambas explicaciones están en igualdad de condiciones, no hay que tener en cuenta una explicación complicada si existe una más simple.Esto no quiere  decir que la explicación más simple sea la más correcta sino que existen más probabilidades que sea cierta y que es preferible elegirla hasta que haya razones bien fundamentadas para adoptar una alternativa más compleja.
La navaja de Ockham frecuentemente se utiliza en los debates científicos y filosóficos.
La idea sintetizada es: no compliques las cosas si pueden ser simples.
Esta simplificación limita la complejidad de la hipótesis a su mínimo nivel, lo cual se considera elegancia y minimiza el número y la complejidad de entes, que se conoce como parsimonia.
En el ámbito de las disciplinas técnicas como el de las ingenierías, la navaja de Ockham adopta la forma de principio de “kiss” (beso), dado que el desarrollo de programas informáticos complicados son atractivos y este principio esencialmente pretende evitar estos excesos.
Supuestamente el uso racional de la navaja de Ockham favorece la elección más razonable entre dos teorías que se enfrentan.
Un dicípulo de William de Ockham, llamado Jean Buridan, muestra el peligro de racionalizar excesivamente, con el relato ilustrativo conocido como “El asno de Buridan”.
Al encontrarse un asno frente a dos montones de paja iguales, no puede resolver el problema que se le plantea de cuál elegir porque no tiene ninguna razón para preferir uno u otro, por lo que decide no hacer nada y morirse de hambre.
El malogrado asno murió, al suponer que no había razón para elegir uno de otro. Si hubiera elegido cualquiera de los dos su elección hubiera sido irracional, porque lo más racional era no hacer nada, pero las consecuencias para él fueron trágicas

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