Umberto Ecco en esta obra
utiliza el título del Nombre
de la rosa, ya que lo
consideró una figura simbólica muy densa y a la que se le podía sacar muchos significados,
con lo que el lector a consecuencia de este título se quedaba un poco
desorientado y cada persona tenía la opción de llegar a la propia conclusión de
este título.
El autor podía haber
utilizado algún otro título, de hecho tenía más en mente, pero sus significados
eran demasiado evidentes, por lo que este título es perfecto, ya que hace
referencia a la obra pero no deja entrever su significado lo que produce al lector
una intriga e incertidumbre que le hace reflexionar sobre este maravilloso
título.
“El titulo debe confundir
las ideas, no regimentarlas”. Umberto Ecco
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